Me desperté cuando el sol comenzaba a asomarse, lo mejor de la noche era poder descansar mi cabeza y despejar la mente. Me levanté a tientas.
-¡Mierda!- acababa de tropezar con mi viejo skate, de seguro Ian lo debe de haber sacado del armario.
Recogí mi uniforme y me metí al baño, tiré mis cosas sobre la encimera y me miré al espejo. Tenía el pelo hecho un asco, mejor que me lo lavara. Los ojos ese día me brillaban de un modo extraño y hacían que la cicatriz que tengo al lado derecho de mi cara, cruzándome la ceja, resaltara aun más. Realmente el recuerdo de cómo me la hicieron era bastante malo como para más encima tenerlo como un recordatorio a modo tatuaje sobre la cara; el vagabundo que me la hizo estaba tan ebrio que no alcancé ni a captar la frecuencia de sus pensamientos cuando arremetió contra mí, a poco me raja un ojo. Al salir del baño me topé con Ian esperando.
-Hola Ian- abrasé a mi hermano pequeño y lo tomé en brazos.
-¡Hola Benja!- sonrió y se le hicieron margaritas, tenía los ojos azules y pelo rubio, le sonreí devuelta.
-Oye, apúrate o mamá se enojará- lo miré mientras se metía al baño y fui a la cocina donde vi a mi madre sentada apoyando su cabeza en los nudillos- Buenos días.
-Hola Benjamín, ¿cómo dormiste? ¿Se metió Ian al baño?- tenía el pelo rubio alborotado y cara de cansancio.
-Sí, acaba de entrar, dormí bien gracias- la miré de reojo mientras sacaba la leche- ¿y tú?
-Bien- bajó la cabeza.
Estaba tan seguro de que algo le pasaba que lo hice, hocino de otro modo no lo hubiera hecho, abrí mi mente y comenzó a fluir la pena; acaba de pelear con su novio. La miré y le sonreí; bajo ningún punto de vista ella debía saber que yo sabía todo lo que ella sentía o pensaba, como ven soy telépata, y solo una persona lo sabe.
-Mamá todo irá bien- la abrasé, justo en ese momento entró Ian corriendo.
-Hola mi amor- tomó a Ian en brazos y lo lleno de besos.
-Hola mamá- miré a Ian, tenía una cara tan llena de vida, con solo 8 años y me hacia tan feliz.
-Apúrate o llegamos tarde al colegio- le puse un vaso de leche en la mesa. Se lo bebió rápidamente y ambos nos despedimos de mi madre y nos dirigimos a la salida.
Al ir saliendo de casa nos tropezamos con mi hermano de 17 años, Roberto, venia con unas ojeras terribles.
-¿Otra vez en la casa del papá?- le pegué un puñetazo en el hombro.
-S...- bostezó- si- le hizo cariño a Ian en la cabeza.
-Los alcanzo después.
Cerré la puerta nos subimos con Ian a mi auto, un Peugeot 207 muy cómodo. Ian subió la radio y nos fuimos tarareando una canción de The Killers; para mí era tan relajante estar con una persona que además de poder saber que estaba bien sentía su bienestar. Nos bajamos y fui a dejar a Ian a su sala.
Al entrar en mi curso me llegar pensamientos confusos y alegres. Sonreí y me encaminé a mi asiento junto a mi mejor amigo, Nano Rossi, junto a él estaba mi mejor amiga, Clem Auzou.
-¡Benja!- los dos me gritaron a coro y la Clem se tiró a mis brazos.
-Hola, ¿cómo estuvieron sus fin de semanas?- la Clem se sentó en mi silla así que me senté sobre el banco.
-Como siempre- Nano se encogió de hombros.
-Yo salí con tu hermano- la Clem es novia de Roberto a pesar de que él es menor- ¿y tú?
-Nada en especial, fui a la playa- de repente descuide dos segundo la barrera que levanto cuando estoy con mis amigos y percibí una onda triste, algo le pasaba a la Clem- ¿Estás bien?
-Yo...- bajó la cabeza y se levantó.
-Clem- la miré dándole a entender que había que hablar y ella asintió.
El resto de la clase fue bastante aburrido; el día comenzó muy lento hasta que llegó el almuerzo y tuve oportunidad de sentarme con la Clem porque Nano se fue con su novia.
-Hola otra vez- la Clem se sentó y almorzamos en silencio, nose cuanto rato permanecimos así pero me comenzó a inquietar el silencio.
-Hey, cualquier cosa te escucho- la miré y permaneció callada, yo comencé a preocuparme de otras cosas cuando ella me tomó las manos.
-Adelante- se apuntó la cabeza.
-¿Enserio?- me estaba invitando a entrar en su mente, a leer sus pensamientos, sentí un cosquilleo en la espalda. Era tan cómodo estar con ella.
-Enserio Benja- entonces comencé a recordar.
Cuando era chico, debo de haber tenido aproximadamente unos 10 años, entré a la pieza de mi madre y la vi acostada en la cama llorando amargamente, me acerqué y me comenzó a doler la cabeza, me dio frío y calor al mismo tiempo y desde ese momento me empezaron a invadir emociones: miedo, abandono, soledad. Caí en la cuenta de que esas cosas tan raras para mi venían de mi madre, salí corriendo de su pieza, acababa de descubrir que mi padre la había dejado, que mi madre esperaba un hijo y además que leía mentes. Dejé de hablar por semanas; en el colegio dejé de jugar con mis amigos, hasta que un día se me acercó una compañera nueva, era una francesa que con suerte entendía el español, se sentó a mi lado y tomo mis manos
-Hola me llamo Clem- me dijo en un acento desconocido, no le conteste.
Días después le dije mi nombre y ella se sentó durante mucho tiempo todos los recreos conmigo, nunca me dejaba solo.
-Benja dime qué te pasa por favor- le brillaban los ojos.
-Clem, si te digo ya no me vas a querer ver nunca más- sollocé.
-Nada- me miró a los ojos- nada me hará dejarte.
-Yo...- me puse a llorar- ...leo mentes.
-¡¡Benja!!- la Clem me zarandeó.
-Perdóname me estaba acordando de algo- le apreté las manos y cerré los ojos, todo comenzó calmado, calmado como la personalidad de la Clem. De pronto escuchaba cosas como ''perdona que no te lo cuente no quiero decirlo más'' o ''esto no debería estar pasando’’. Vi imágenes de su madre sentada hablando con su padre, el se paró sumamente molesto dejándola sentada, la vi derrumbarse en la silla, me eche hacia atrás.
-Oye- abrí los ojos, en los ojos de ella se reflejaba angustia y preocupación.
-Lo siento, no fue mi intención, solo me acordé de mis padres- yo estaba transpirando- ¿se separaron verdad?
-Sí Benja- suspiró- él se fue de la casa- enterró su cara en las manos y me pare para abrazarla, no nos dijimos nada, la tomé de la mano y vi como entraba al baño.
-Benja- me sobresalté.
-Camila, hola.
-¿Esta ella bien?- apuntó hacia la puerta.
-Eso espero- le sonreí, leí su mente ''espero que no se vuelvan novios ni nada parecido'' ''como la odio'', tosí y me di la vuelta, no quería ser mal educado, pero me molestaba su presencia tanto como recordar que alguna vez salí con ella, siempre fue tan sínica y agobiante; no me tranquilice hasta que ya no sentí su presencia. Me volví justo para ver a la Clem salir, tenía un mejor aspecto, le dí un beso en la mejilla y le sonreí- eres fantástica.
-Jajá- caminamos hacia el pasillo principal y vimos a Roberto, corrió a darle un beso a la Clem-¡hola!- le hice una seña a los dos y me fui a sentar con otros dos chicos de mi clase.
Al llegar a casa con Ian, Roberto y la Clem en mi auto los deje y salí a caminar, quería pensar en lo mal que me sentí después de echarle un vistazo a lo de la Clem, era como revivir todo lo que me paso esa vez que vi a mamá en su pieza, no, no era como sino que era lo mismo. Pobre Clem, ella era tan dulce y optimista, daría mi vida entera por que se sintiera de nuevo feliz y contenta. Al bajar por la calle vi a alguien que me llamó demasiado la atención, era una chica bastante linda, tenía el pelo de un castaño casi rubio, de un momento a otro desapareció.
Le di toda la tarde vuelta a la extraña situación que, por lo menos, me hizo olvidarme de la tristeza.
-Mañana será mejor- me dije a mí mismo.
jueves, 9 de septiembre de 2010
viernes, 3 de septiembre de 2010
Prefacio
Mientras me rendía y dejaba que mis ojos se cerraran para siempre me acorde de ella. No sabía realmente quien era solo que la conocía, si la conocía, conocía su sonrisa, su modo de arrugar la cara, el brillo de sus ojos, la forma en que me miraba; entonces las últimas semanas me atacaron con un golpe de memoria. Tenía que despertar, tenía que hacerlo. Comencé a sentir de nuevo los pensamientos inundando mi mente y me preparé para enfrentarlo, me preparé para salvarla...
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